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Batalla del Atlántico

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Submarino U-Boot

La Batalla del Atlántico fue el conflicto armado que enfrentó al ejército alemán contra los aliados en el Atlántico, durante la Segunda Guerra Mundial. Esta batalla fue desarrollada principalmente por los submarinos alemanes contra la marina británica y se dividió en tres partes.

Los tiempos felices[editar · editar código]

Así se llamó al periodo comprendido entre junio de1940 y marzo de1941, en ese momento los alemanes apenas tenían 45 submarinos en servicio, pero su utilidad fue tremenda debido a que en aquellos momentos el sistema de defensa de los cargueros era muy simple y consistía en que cada barco fuera por el mar separado del resto. Esto se debía a que en aquel momento los alemanes disponían de algunos acorazados de superficie, y se temía que en caso de descubrir un convoy de cargueros podrían destruir los barcos con relativa facilidad. De este modo aun teniendo un número reducido de submarinos los alemanes consiguieron muchos éxitos ya que los cargueros no disponían de ningún arma defensiva y eso implicaba una victoria segura y fácil. En esta parte de la guerra los Estados Unidos todavía no había entrado en la guerra y los ingleses apenas tenían un número escaso de destructores con los que combatir a los submarinos. El objetivo de los submarinos era impedir que los ingleses pudieran recibir mercancías por mar, con lo que se esperaba que se rindieran en un corto periodo de tiempo.

El contrataque[editar · editar código]

Este periodo de la guerra duró desde abril de1941 hasta diciembre de1941. En este momento los aliados se dieron cuenta que Alemania no podía ganar la guerra, y emprendieron un plan para limpiar el mar de submarinos enemigos. Además esto era necesario si querían emprender la invasión de Francia desde las playas de Normandía, en el llamado día D.

Tras una larga persecución por el Atlántico, los acorazados de superficie alemanes fueron por fin destruidos, y a partir de entonces ya no hubo ninguna razón para plantear la dispersión de los cargueros como medida de defensa. Canadá también participó con la fabricación de destructores y Estados Unidos puso en marcha un sistema de vigilancia aérea mediante el uso de hidroaviones provistos de bombas, que obligaba a los submarinos a sumergirse continuamente para evitar los ataques. Para contrarrestar estas medidas el almirante alemán Carl Doenitz encargo la fabricación en masa de submarinos, la mayoría de ellos de tipo Vll.c de los cuales se llegaron a construir unas 700 unidades. Este era un submarino tan pequeño (67m) que cuando había oleaje resultaba muy difícil de descubrir, por lo que normalmente solo era visible su torreta, excepto cuando se encontraba muy cerca. Al disponerse de tantos submarinos se consideró oportuno usar la táctica denominada (manada de lobos). Esta táctica consistía en que si un submarino detectaba un convoy no lo atacaría, sino que lo comunicaría a los demás hasta que se hubieran reunido un número suficiente para poderlo atacar. Entonces se esperaba a la noche y se comenzaba el ataque. Al estar oscuro ya no eran visibles, por lo que no era necesario sumergirse, de este modo se podían lanzar los torpedos rápidamente y huir. Este sistema se consideró mejor porque un submarino sumergido era muy lento, por ello solo se sumergían si se tenía que atacar de día o cuando eran atacados con cargas de profundidad por aviones o destructores.

La derrota[editar · editar código]

Submarino.jpg

Este periodo duró desde mayo de 1943 hasta septiembre de 1943. Para derrotar definitivamente a los submarinos alemanes los aliados pasaron a usar también portaviones, con el fin de cerrar definitivamente la zona del atlántico central, a la que no podían llegar los hidroaviones. Además se modernizaron los sistemas de radar, con lo que se podían detectar los submarinos en superficie, aun si llegar a verlos. Los alemanes trataron de contrarrestar estas medidas instalando esnorkeles, para poder permanecer continuamente sumergidos, pero una táctica naval en la que solo se usan submarinos estaba destinada a fracasar. Pero la demencia de Hitler llego hasta tal punto, que se llegó a exigir a los submarinos que actuaran como kamikazes contra los barcos aliados, durante el desembarco de Normandía, pidiéndoles que en el caso de acabarse los torpedos, se estrellaran literalmente contra los barcos.

En la batalla del atlántico llegaron a participar unos 40,000 marinos alemanes, de los que solo sobrevivieron 10,000, fue un elevado precio a pagar para la marina alemana.