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Desastre de Varo

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Arminio (Hermann)

El Desastre de Varo fue un enfrentamiento armado que tuvo lugar en esta zona montañosa cerca de la ciudad alemana de Osnabrück, en Baja Sajonia, en el otoño del año 9, entre una alianza de pueblos germanos encabezada por los queruscos y su caudillo Arminio (dt:Hermann), y un ejército romano mandado por Publio Quintilio Varo, gobernador de la provincia de Germania Magna, que entonces se extendía hasta el Elba.

En la antigüedad, era común, que cuando un ejército vencía a otro y pasaba a ejercer un dominio sobre el territorio del vencido se tenía por costumbre coger rehenes entre las familias nobles de esos territorios y llevarlos a la capital del ejército vencedor. De este modo por un lado  se conseguía dificultar una posible sublevación y por el otro se trataba de inculcar los valores patrióticos del vencedor en los rehenes, para que así apoyasen el dominio de sus tierras. Esto es lo que paso con Arminio, que fue uno de los rehenes apresados por Roma tras una de sus batallas contra los queruscos. Arminio llego con el tiempo a ser un militar romano de prestigio y por ello se consideró oportuno enviarlo como oficial destacado con las tropas de Publio Quintilio Varo, para someter a los germanos. Sin embargo, al volver a su patria, Arminio se las arreglo en secreto para preparar una emboscada en el bosque de teutoburgo contra las tres legiones de Varo. Mediante engaños convenció a Varo de seguir un camino estrecho entre los arboles lo cual era perfecto para un asalto repentino. El plan se diseñó así porque los soldados romanos altamente acorazados y bien armados, eran invencibles a campo abierto, pero en un estrecho pasillo en medio del bosque no podrían evitar el ataque. Cuando comenzó el ataque, una horda tras otra de las tropas de Arminio, fueron cayendo sobre los romanos hasta destruirlos por completo.

Se cuenta que cuando el emperador Octavio se entero de la noticia exclamó ¡¡que me devuelvan mis legiones, que me devuelvan mis legiones!! Tras este enorme fracaso del ejercito, Roma desistió de invadir Germania y este suceso fue recordado en la posteridad como el ejemplo de que también los ejércitos presuntamente invencibles pueden ser derrotados.