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Mathematics Knows No Races

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Mathematics Knows No Races fue un discurso político pronunciado por David Hilbert en el Congreso Internacional de Matemáticos de 1928.

El discurso, traducido al español como Las matemáticas no conocen razas, acaba diciendo «Las matemáticas no saben de razas y no conocen más patria que el mundo de la cultura».

Fue el Auditorio del Istituto Chimico de la Universidad de Bolonia donde Hilbert impartió su conferencia en 1928.[1]

Contexto[editar · editar código]

Tras el fin de la Primera Guerra Mundial, los dos primeros Congresos Internacionales de Matemáticos tras la guerra celebrados en 1920 en Estrasburgo y 1924 en Vancouver se vetó en ellos la participación de la comunidad matemática alemana, la más importante en aquella época, así como la de otras naciones que habían perdido la guerra, como Austria, Hungría y Bulgaria.

Uno de los matemáticos más combativos en favor de la exclusión alemana fue el francés Emile Picard (1856―1941).

La guerra hizo perder a Francia a matemáticos jóvenes. Un número desproporcionadamente grande de ellos cayeron en las trincheras. Esa pérdida de juventud se notó en la comunidad matemática francesa, que tardó en alcanzar los niveles que tenía antes de la guerra. Un matemático, Paul Painlevé, fue nombrado Ministro de la Guerra en marzo de 1917, y posteriormente fue, de septiembre a noviembre de ese año, Primer Ministro de Francia.

La situación quizá no fuera tan dramática en Inglaterra, aunque también muchos científicos jóvenes perdieron la vida en las trincheras, sobre todo después de imponerse la leva obligatoria a principios de 1916. Fue menor en Alemania, pues a los jóvenes científicos se les encontró otros usos bélicos diferentes a su utilización como carne de cañón en las trincheras.

La muerte de varios matemáticos fue el motivo del inicio de la crisis de los fundamentos.

Exclusión[editar · editar código]

La exclusión se repitió en 1924. El Congreso Internacional se celebró ese año en Vancouver pero, en este caso, el sentido de comunidad matemática había empezado a presionar, y hubo un llamamiento de la delegación americana, secundada por las delegaciones italiana, danesa, holandesa, sueca, noruega y británica, para eliminar las exclusiones nacionales impuestas tras la Gran Guerra. La iniciativa tuvo éxito, y en 1926 se decidió que los excluidos podían volver a participar en el siguiente Congreso, previsto para 1928 en Bolonia ―la situación fue parecida en otras ciencias; por ejemplo, después de la guerra, no se permitió la presencia de físicos alemanes en los Congresos Solvay hasta 1927―.

Hubo, de todas formas, llamadas a boicotear el Congreso de Bolonia. No sólo de Picard, que anunció que no asistiría, sino también de una parte de los matemáticos alemanes; se quejaban, entre otras cosas, de que una de las actividades planeada era la visita a una planta eléctrica situada 200 quilómetros al norte de Bolonia, en una región que los italianos llaman Alto Adige y los austriacos Tirol, y que había pasado de soberanía austriaca a dominio italiano tras la primera guerra mundial.

Impacto[editar · editar código]

El discurso de Hilbert provocó que en el Congreso Internacional de Matemáticos de 1932 la exclusión fuera mínima. Varios de los asistentes aplaudieron a Hilbert por el discurso, y el mensaje llegó a todos los países miembros de la Unión Matemática Internacional. Las actas del Congreso de 1928 incluyeron esta cita en las primeras páginas, y se trató de remarcar este discurso en las actas.

Referencias[editar · editar código]

  1. Durán, Antonio J. «Las matemáticas no conocen más patria que el mundo de la cultura (David Hilbert)». Blog del Instituto de Matemáticas de la Universidad de Sevilla, 9 de julio de 2018.